Fallo por YPF, aislamiento financiero y advertencias globales: el desafío externo que enfrenta Milei

La decisión representa un duro golpe para la economía nacional y rubrica una de las etapas más oscuras de la salud económica del país.


Malas noticias llegaron desde el exterior para la economía argentina.
El fallo que ordena al Estado argentino a depositar el 51% del paquete accionario de YPF, confiscado por la expresidenta Cristina Fernández y el entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, representa un duro golpe para la economía nacional y rubrica una de las etapas más oscuras de la salud económica del país.

Esta decisión de la Justicia Federal de los Estados Unidos, junto con el mantenimiento del país en el aislamiento financiero internacional por parte del Morgan Stanley Capital International (MSCI) y la recomendación del J.P. Morgan de evitar la compra de deuda argentina, constituyeron los tres golpes más duros recibidos por la administración Milei durante su gestión.

Sin embargo, cada uno de estos hechos constituye situaciones independientes, que por separado podrían no afectar significativamente la confianza de los inversores ni las posibilidades de crecimiento del país.

Por caso, el primer episodio, el fallo sobre YPF, fue producto de una de las decisiones más oscuras y desacertadas del kirchnerismo. Su cerril postura a favor de incautar y confiscar la mayoría accionaria de la petrolera, demostró no solo impericia sino también un desprecio por la propiedad privada y el Estado de Derecho.

Aún resuenan las palabras del actual gobernador bonaerense, quien entonces era ministro de Economía:

Tarados son los que piensan que el Estado tiene que ser estúpido y comprar todo según la ley de la propia YPF, respetando su estatuto”.

La expropiación de la petrolera originó una millonaria demanda internacional que finalmente derivó en un fallo reparador, en primera instancia, que favorece a los antiguos accionistas de la empresa, que luego vendieron sus derechos a terceros. No obstante, el presidente Javier Milei anunció que apelará la resolución judicial.

Aun así, el fallo representa una pésima señal para los mercados y empeora la imagen del país ante los inversores internacionales, como quedó reflejado en la decisión del MSCI.

El mantenimiento de la Argentina como mercado «standalone» implica que el mercado local no es apto para recibir inversiones por ser considerado un entorno hostil al capital y al negocio. En otras palabras, deja a la Argentina fuera del radar de grandes fondos internacionales.

No se trata de una decisión ideológica, sino de un límite legal: los estatutos de los fondos prohíben invertir en activos de alto riesgo, como son las empresas argentinas en este contexto.

En la misma línea, la recomendación del J.P. Morgan de vender bonos en pesos y refugiarse en papeles dolarizados encendió alertas por una posible volatilidad cambiaria. Aunque no es un escenario nuevo, el contexto electoral, con vistas a las legislativas de octubre, podría acelerar movimientos de cobertura en los mercados.

Sin embargo, el banco de inversión más grande del mundo no emitió críticas al plan económico actual ni a los avances logrados en apenas un año y medio de gestión, luego de la amenaza hiperinflacionaria heredada del kirchnerismo.

Por su parte, la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) que monitorea el acuerdo con Argentina, destacó avances significativos. Tras la primera revisión del programa, los técnicos se comprometieron a elevar al directorio un informe favorable.

Entre los puntos clave para esa evaluación positiva se destacan el superávit fiscal, la absorción monetaria y la fuerte desaceleración de la inflación. Todo ello genera condiciones para una casi segura aprobación de las metas comprometidas.

Aunque el escenario de débil acceso al capital internacional todavía proyecta una imagen delicada del país, los datos objetivos revelan mejoras económicas notables.

Las proyecciones más conservadoras estiman que la inflación podría ubicarse en 0,5% mensual hacia septiembre, una cifra impensada incluso para los economistas más optimistas del oficialismo, apenas 18 meses después del cambio de gobierno.

Algo similar ocurre con las proyecciones de crecimiento para 2025, que en medio de un contexto global convulsionado, auguran una suba del PBI cercana al 6%, tras la caída de 2024.

Por primera vez desde 2010, el PBI per cápita vuelve a terreno positivo, algo que representa una hazaña considerando la destrucción económica del kirchnerismo y que se logró con mínima inversión extranjera directa.

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